Esos ojos marrones...
Eran penetrantes;lástima que no era capaz de hablar y sin embargo, aunque lleváramos tanto tiempo juntos, no acababa de entender lo que me decía su mirada. Un atisbo a la chispa de sus ojos solo me bastaba para saber que él era feliz.
Me hacía gestos para indicarme qué era lo que necesitaba y que no me preocupara por mucho que mis miedos me invadieran todas las santas noches.
Le pregunté sobre mi dama, pero sólo había silencio... Sé que nunca me responderá, la ciencia todavía no ha encontrado un remedio para su incapacidad para hablar, pero tampoco hace falta.Él es feliz con poco:un paseo, charla, comida y un techo donde dormir y guarecerse todas las noches.
Lo podría considerar mi mejor amigo, pero mentiría, pues es el mejor amigo de mi padre.
Mirando al infinito, escuchando las sombras, ayudando en los tiempos difíciles, y cuidando de nuestra seguridad e integridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario