Ha pasado poco desde la última vez que nos vimos, pero seguía igual de radiante,bella y con esa sonrisa siempre en su cara. Esperando a la figura desgarbada de mi persona, y aún así no me recriminó el hecho de mi tardanza... le pedí perdón y me dijo que solo se disculpa cuando se ha hecho daño. Decidiendo el rumbo de nuestro destino inminente, dióse cuenta ella de que se olvidó las pertenencias en cuál lugar oscuro en el que entramos y decidimos quedarnos.
Risas, miradas y su pelo al viento...tiempo hace que no me pasaba algo parecido.
Allí me narró pasajes de la nueva vida que se cavaba, mientras yo escuchaba sin decir palabra, ya que tenía poco que decir al respecto. Cuando llegó mi turno, no sabía por donde empezar... pero tenía claro que los cantos de las sirenas fue lo que llevó a la tripulación de Ulises casi a su perdición, y tuve que decir que mi princesa en un castillo anda encerrada, pero que era hombre de palabra y ella pareció atónita ante aquella noticia.
Puedo parecer jocoso e incluso mundano a veces, pero soy siervo de mi señora y a ella debo lealtad.
Tras una ominosa comida, se fue cabalgando como alma que lleva el diablo, y esperando verme me dijo que a más ver otros días serían mejores.
Mi dicha en un vaso de agua contaminada de recuerdos negros de días pasados, con venenos de otras épocas y rencores ya superados, pero resurgen como manantial en desierto.Vestida de princesa, una vez fue hada y corrompida por caballeros de "armaduras de latón" se disfrazó para mí en bruja de buen corazón, se cegó por esa efímera belleza que tarde o temprano desaparece.
Alejados los heraldos, la bruja vuelve a ser esa hada perdida en medio del bosque del Atardecer, pues ya era tarde para buscar al juglar que tanto la hizo reir en algunos momentos, y sin embargo ahora vuelve pidiendo clemencia y perdón por sus actos.
¿Qué hacer?
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